14/3 - El barco de las 10 de la mañana alcanzó el muelle de Salelolonga a las 11:30, justo a tiempo para coger las diferentes guaguas que esperan para trasladar a los pasajeros a sus correspondientes destinos. Y es que los horarios de buses depende principalmente de las salidas y llegadas de los ferries.
Mi primera parada es en Manase, al norte de la isla, en una bahía de 2km, donde se encuentran los alojamientos más rústicos. Rodeado también por una extensa barra coralina, con condiciones perfectas de viento y fuerza de mar, rompen olas bastante potentes para surfear. Arena blanca coralina, fondos de coral muy interesantes, ya que se mezcla el coral y la lava volcánica originando cambios de temperaturas debido a la salida de agua dulce por las grietas. Bastante vida animal: peces de todas clases y colores, estrellas, pepinos de mar o pollaburro, corales de muchas formas...
Me quedo en Playa Tanu, en el extremo occidental, y me hospedo en Tanu's Beach Fales, que es el más grande, pues dispone de 31 fales. El mío, en la orilla, también es abierto, aunque se puede cerrar con stores de hojas de palma. Son bastante grandes, y con forma tradicional samoana: sobre suelo de madera, una colchoneta y mosquitero. Por 55T da derecho a fale, desayuno y cena. Aprovechando que "mis vecinos", una pareja de alemanes contactaron con Warren, un australiano de 80 años, que hace de guía en su furgoneta Toyota, y vive en el Safua Hotel, me apunté también para hacer la ruta por la península de Tafúa. Se trata de un bosque, dentro de la zona de Reserva Natural, al sur-este, y que fue hace más de 100 años barrida por una extensa lengua de lava proveniente de su volcán, formando acantilados junto al poblado de Tafúa, que tiene una de las costas más dramáticas de toda la isla, y donde es posible ver algunas columnas altas de spray producida por la presión del mar a través de los huecos que se han fomado ( ó bufadero). Otro lugar parecido es el amplísimo campo de lava formado en la zona noreste, entre los pueblos de Salealua y Samalae'uhu, producido por el Volcán Matavanu, que entre 1.905 y 1.911, en sucesivas erupciones, inundó de lava toda esta zona, barriendo a su paso varios poblados. Casi 6h caminando desde Manase hasta el cráter, pero se puede llegar con 4x4 hasta pocos metros de él, aunque algunas zonas es de dificultoso paso, debido a las pasadas lluvias. Son 22km, entre bosques y plantaciones, con una altura de 400mt y una profundidad de casi 200mt, completamente poblado de altísimos árboles, el paisaje es precioso. Y también la costa, con formaciones hasta 150mt de altura, y de prodigioso aspecto lunar. Impresionante es, también, los restos que queda de una gran iglesia de la Sociedad Misionera de Londres donde una lengua de lava de casi 2m la rodeó completamente, entrando por las puertas, destruyéndola completamente. También visitamos la Cascada de Afu Aau ó Olemoe, donde viene a caer sobre una piscina natural de aguas cristalinas de casi 3m de profundidad por 15m de ancho, aunque estos días no había llovido lo suficiente como para verla en plena actividad. Un poco más allá, y en medio de la jungla, se encuentra la pirámide ceremonial escalonada, de piedra, Pulemelei, la construcción antigua más grande de los pueblos del Pacífico, de casi 12mt de altura, con una base de 50x60, y unos caminos que conducen a otras mas pequeñas.
En ruta, paramos en el poblado de Palauli, para ver como se hacen los cuadros de siapo, o lámina de papel sacado de la corteza interior de las ramas del U'a, un árbol muy prolífico en polinesia, y que tras muchos golpes con un mazo de madera se va estirando casi 5 veces su tamaño inicial. Es posible obtener extensas láminas de hasta 10m, mediante el pegado con gluten de Manioque (ó Tapioca).
El sábado hubo baile samoano. Aunque dicen que es un baile típico, lo cierto es que los misioneros en su momento se encargaron de eliminar todo vestigio artístico del pasado polinesio. Toda la familia que lleva este resort, y son más de 100 miembros, se emplearon a fondo para mostrar ciertos bailes samoanos. Al final, una fiesta disco, entre los 30 palangis que nos hospedamos y la familia, donde se bailó reggetón, y hasta la Macarena... Mireusté!.
20/3 - No he podido seguir la carretera del noroeste, y rodear la isla hasta el sur, porque las guaguas sólo llegan hasta Sasina, un poblado a 10km de Manase. Entre Sasina y Assau hay 20km y otros dos poblados de unos pocos habitantes que a los güagüeros no les interesa llegar porque no es negocio para "su bolsillo". ¿Quizás todos los residentes tienen también vehículo propio?
He tenido que volver a Salelolonga, y de allí coger otro bus dirección suroeste, hasta Satuiatua, para quedarme en el Satuiatua Surf Fales, lugar frecuentado principalmente por surferos. Tiene algunas de las mejores olas de Savai'i. Consiste en 3 fales abiertos en la orilla de la playa y otro familiar cerrado en el jardín. Están siendo reformados debido a los daños sufridos por las tormentas que han arrasado parte de la isla hace algunos años. El coral que bordea la bahía es bastante curioso, con diversas formaciones, aunque hay muchas zonas donde abunda el coral muerto producido por las enormes olas de las pasadas tormentas. Aquí también se puede sentir los cambios de temperaturas en diversas zonas debido a la salida del agua dulce por las grietas. Las olas son de buena calidad, principalmente izquierdas, y rompen sobre una gran acumulación de coral muerto y trozos de lava. El alojamiento cuesta 65T incluido desayuno, muy cutre, y cena. Alquilaban tablas de surfing hasta que terminaron por partirse todas, y ahora están postradas en unas tiras de bambú del techo.
En este poblado y en los de los alrededores hay muy poco que ver. Se puede hacer algún trecking por la cordillera de los montes de Tuasivi. Destaca a 10km, en el pueblo de Taga, el Alofaaga Blowholes, una serie de agujeros en la lava donde el embiste de las olas con marea alta hace fluir con tremenda fuerza un potente spray através de ellos ( bufadero), y donde los locales ganan un dinerillo poniendo cocos en el agujero para mostrar a los palangis que algunos llegan alcanzar hasta los 50mt de altura con la fuerza del spray.
Llega Semana Santa y aquí se celebra el viernes santo y el lunes de resurrección, como días festivos, todo esta cerrado, y las guaguas apenas circulan. Para no aburrirme en Apia decido quedarme hasta el día del vuelo en Savai'i, aun así, no confío del todo en los ferrys entre islas, y me quedo a pocos kilómetros de Salelolonga, para estar cerca del muelle, controlar las salidas y poder coger el penúltimo de la tarde como prevención. Y es que en Samoa ya he tenido varias malas experiencias en lo relacionado con el transporte en bus. Como la gente no sale de su pueblo, parece ser que no conocen ni siquiera los movimientos de guaguas, ni del barco que va entre islas. Y no me lo creo. Si embargo a ninguno se le escapa el bus... Son tan necios, que dan cualquier respuesta en ese momento con tal de decir algo, y sin pensar en las consecuencias que puede acarrear sus mentiras. Jamás, en mis viajes, he visto y oído tantas estupideces y estúpidos como aquí, en Samoa. Esto no significa que los samoanos no sean una gente muy amable. La mayoría lo son, de verdad.
23/3 - A primera hora de la mañana, antes de que la gente acuda a misa, cojo el bus que me llevaría hasta el muelle de Salelolonga. Me hospedo en el Lusia's Lagoon Chalets, en uno de los 5 fales anclados sobre una colada de lava y el mar, dentro de una pequeña laguna de aguas muy claras, y muy bonita para inmersión, hacer kayak o pescar. Desde el balcón me lanzo al agua, cojo sol, leo, escucho música, mientras el olor a vegetación envuelve el entorno. Por 65T se duerme y se tiene derecho a desayuno. Los baños y duchas están en el exterior. Otros 12 fales, de mejor calidad están en el interior del enorme jardín, aunque muy poco cuidado. Un pequeño muellito de madera, un gran fale restaurante con mesas, una barra pequeña, una mesa de billar y tv completa el complejo. Lo lleva una familia de filipinos muy amables, pero es de propiedad samoana. Con la vuelta a Upolu, en ferry, un lunes a las 2 de la tarde, llego al aeropuerto casi 10h antes de mi vuelo de regreso. Podía haber alquilado un taxi y hacer ese tiempo recorriendo las zonas que no pude ver, pero ya iba muy mosqueado con esta gente y no quería volver a arriesgar. No me extraña que pudiésemos tener algún inconveniente y perder el vuelo. En estos lugares nada se puede planear...
Y de esta forma acaba mi ruta por Samoa y el Pacífico Sur.