7/3 - Manono y Apolima, son las otras dos islas habitadas que se encuentran al oeste de Upolu. La primera es una pequeña isla de 3km en la que habitan casi 1.000 personas. El interior repleto de enorme arboleda, un pequeño montículo con vistas a Upolu, Apolima (islote que en su momento fué un volcán que erupcionó dejando en el interior de su cráter una extensa zona muy apropiada para cultivar) y Savai'i.
Me quedo en el Sunset View, en uno de los 5 fales que hay anclados en la orilla. A pocos metros de altura, sobre la falda del montículo, otros 5 fales familiares tienen las mejores vistas. El Fale-restaurante, aunque no es muy amplio, tiene una larga mesa para 15 personas, dispone de tv, dvd/cd y radio, y no destaca precisamente por las comidas. También son muy cutres, escasa y mal elaborada. 90T persona/día, da derecho a dormir y tres comidas. La llamada a mesa se hace por medio de una caracola. Si se avisa con tiempo ellos mismos se acercan al muelle de Upolu, a recoger al que se queda y también lo traen de vuelta. El hijo de Leota, el propietario, lleva todos los días, a los que quieran, a la barra coralina con la embarcación del resort para hacer unas series de inmersiones con gafas y tubo. La laguna tampoco destaca por su belleza submarina, ya que está muy destrozada por los anclas lanzados por las embarcaciones. Cuando hace viento, no ancla bien y arrasa todos los corales a su paso. El lugar es encantador, la isla una belleza, y la gente muy amable. Se nota también que
Es por la mañana, muy temprano, cuando el dar la vuelta a la isla, en casi 2 horas, se hace encantadora. La salida del sol, la gente levantándose y comenzando el día, los niños preparándose para ir a las diferentes escuelas... No hay vehículos, ni perros. Hay cuatro poblados y siete iglesias, todas metodistas. No permiten que otra religión entre en la isla. Se puede pasar varias semanas perfectamente, si no importa lo que puedan poner de comer. El pasado sábado, junto a 9 estudiantes de enfermería de diversos países, que estaban pasando el fin de semana, y hacen prácticas en el hospital general de Apia, fuimos a la pequeña isla Nu'ulopa, donde habita una colonia de murciélagos sobre los árboles de su pequeña montaña y tiene una playita de arena blanca coralina con bastante profundidad para nadar. Con marea baja se puede dar la vuelta a la isla en 15min, y se puede subir a su montaña donde la vista de la isla Apolima es espectacular.
El domingo asistimos a misa. La Congregational ( ó Sociedad Misionera de Londres), traída por el misionero metodista Peter Turner en 1835 es la más importante, y la que más dinero recauda. La mujer de Leota hizo una buena donación debido a la cantidad de turistas que en esos momentos habitábamos su casa.
Un comentario que hice a la familia de Leota sobre la ilusión que me hacía visitar Apolima hizo que su mujer, con una llamada de teléfono, me consiguiera contactar con un familiar suyo para que me diera cama en su casa de la isla. Y así fue.
11/3 - El martes a medio día, una lancha local, que venía de Upolu con varios vecinos de la isla Apolima me recogía del pequeño muellito del Sunset. Uli, 19 años, se presenta como mi guía en la isla. Es la hija de Tautaiolevao, el Matai de la familia, y de momento el jefe accidental del único poblado que habita la isla, ya que el Ali'i ( máximo jefe) se encuentra en el hospital debido a su avanzada edad. Habitan 80 personas en 25 fales de 11 familias, pero 26 de ellos son niños que estudian en Upolu y vienen los fines de semanas para estar con sus familias. Espectacular fue la entrada con la embarcación a través del único paso, entre rocas de lava, muy estrecho, y con olas que nos desplazaban hasta el marisco. Como espectaculares son también la ascensión al faro, por sus 317 escalones bordeando la falda del cráter, las vistas de la pequeña caldera donde el verde muy bien cuidado hace resaltar los techos de uralitas o de palmas de los fales, la única iglesia junto al campo de Krikiti (el pseudo-kriket inventado por los samoanos) y toda la zona de extensa plantación de todo tipo de vegetales y frutas: Taro, Batata, Pele, Bananas, Cocos, Cacao, Limones, rarísimas frutas... Aunque no es posible caminar por el borde del cráter, de momento no se han planteado preparar el camino que llega hasta él, pues eso podría traer a más turistas, y ellos intentan que no se les vaya de las manos. Pero el pasear por el interior del cráter, recorriendo las plantaciones es mágico. Cada familia tiene su pequeña parcela. El canto de las innumerables aves que ahí habitan, el olor a verde, el agua que baja de los riscos hace que el recorrido se pueda extender varias horas. Varios nativos atienden sus cultivos, que apenas necesitan mantenimiento, a sus vacas, que no dan leche y a limpiar de vez en cuando los caminos. En octubre de 2007 recibieron un diploma por parte del gobierno en reconocimiento a las labores realizadas, por el muy bien cuidado entorno del poblado y el respeto a la naturaleza. Son autosuficientes, comen todo lo que plantan, pescan alrededor de la isla y el agua de lluvia también es recogida por medio de canaletas que van desde el techo hasta los depósitos de cemento. A veces, cuando hay sobre-producción van a vender las mercancías al mercado de Apia. Una pequeña parte está reservada para los paneles solares, por lo que tampoco tienen problemas con la electricidad. En 2005 el ciclón Olaf golpeó brutalmente la isla de Upolu, devastando todo a su paso, viviendas, cultivos y personas. Y fue precisamente Apolima la que ayudó con toda su producción de frutas y verduras, ya que al estar encerrado dentro del cráter el viento, no se sintió en el poblado. Las mujeres, además de cuidar de la limpieza de la casa, los niños y hacer la comida, siempre con ayuda de las hijas mayores, por la tarde se sientan en el fale comunal para fabricar las alfombras de pandano, mientras comen, cantan y ríen. Ésta es la auténtica vida rural.
Me quedé en un fale abierto, como casi todos, en un colchón con mosquitero, junto a la familia. Apenas hace frío por la noche, pero los mosquitos están al acecho de que se olvide cerrar algún hueco de la mosquitera para entrar y ponerse las botas. Como los mismos platos que ellos, Taro, Pescado fresco hervido, Bananas verdes sancochadas, oka (pescado marinado y leche de coco), Tamu'u, Agua de coco... Uli fue una perfecta guía a través de la isla y me introdujo con toda facilidad en las familias que ahí habitan. Aunque algo caro, 120T al día, valió la pena la experiencia.
A las 7 de la tarde suena varios gong, sobre una botella de gas, que avisa el "Sa", o tiempo para el rezo sagrado familiar durante 15 o 20min. Todo se detiene. En la mayoría de los pueblos está prohibido caminar, trabajar, hacer esfuerzo, ruido, bajo diferentes penas. El silencio es absoluto. Varios rezos suenan en el pequeño valle que proviene de las familias más cercanas. El Matai, o cabeza de familia agradece todo lo sucedido durante el día a su dios. Por mí rezaron también, me bendijeron y desearon buen viaje.
27 de marzo de 2008
14 de marzo de 2008
Maninoa y Matareva
1/3 - La carretera que pasa por Lalomanu, en la punta sureste de la isla continúa por la costa sur hasta llegar a Maninoa, que se encuentra a unos 35km dirección sureste, pero al no haber servicio de bus y el transporte en minibus del resort es demasiado caro, no tuve más remedio que volver de nuevo atrás, hasta Apia, y desde allí coger otro bus que me llevaría por la que atraviesa la isla, por el centro, hacia el sur. Y es que entre Lalomanu y Maninoa hay varios pueblitos que no cubre el servicio público. Y la contestación que me han dado algunos nativos es que como los habitantes tienen coche... Y vaya que me he sorprendido por esta absurda respuesta... ¿y los mayores que tengan que visitar algun familiar en el pueblo próximo y no tenga quien lo lleve...? Ah, vale, van caminando. O no van.
Mi destino esta vez es el Maninoa Beach Fales, un pequeño complejo de 10 Fales anclados entre dos de los más caros Resorts de la isla, el Coconut Beach y el Salani Surf Resort, donde se paga en US$. Los tres están entre las mejores olas de Samoa. En el Maninoa pagué 90T por un fale abierto, bastante amplio, en la orilla de la playa frente a las olas. Incluye desayuno y cena. Si se trae la tabla de surfing se paga 110T e incluye un traslado gratuito a la ola que se elija. Cuando llegué, por la tarde, con marea baja, rompían olas algo pequeñas pero muy bonitas, frente al Coconut, pero hay que esperar hasta la marea alta para surfear los arrecifes. Un guía australiano que vive aquí alquila tablas (25T) y tiene una lanchita para llevar a los surferos hasta las olas, previo pago de los servicios. Ya había hablado con él para la mañana siguiente coger olas, pero la fuerza del mar bajó y ya no se podía surfear. Junto a mí se quedaba una pareja de bugueros australianos, y en los otros Resorts otros 4 surferos que también se movían en motora. Amaneció sin olas todos los días que ahí me quedé, tres días que aproveché para hacer unas rutas dentro del Parque Nacional O Le Pupu-Pue, pero me fue imposible llegar hasta la cueva Pe'ape'a, formada por un largo tubo de lava volcánica, ya que el camino hacía tiempo que no se limpiaba y lo espeso de la vegetación hizo imposible el paso sin machete. Por lo que volví hacia atrás y continué el camino que llega hasta la costa, cargadísima de vegetación y flora autóctona que crece entre el flujo de lava que atraviesa toda esta zona, a través del bosque de árboles hasta los acantilados de la costa de O Le Pupu, donde rompen las olas dramáticamente cuando hay bastante fuerza de mar.
La siguiente visita fue a Matareva Beach Fales, a 15km dirección suroeste. Otro grupo de fales en una pequeña bahía con 2 playitas de arena blanca, preciosos bancos coralinos y rocas negras volcánicas, donde los habitantes del pueblo han construido fales abiertos para que los visitantes pasen el día de playa bañándose, comiendo o durmiendo en él. El precio de la habitación es de 35T, ó 70T con dos comidas ( desayuno y cena), muy cutres. Los fales son de madera, cerrados, pero con muchas ventanas de tiras de cristales movibles para que haya más circulación de aire en el interior, con mosquitero sobre la enorme cama. No hace calor, pero no están bien cuidados. No se queda nadie, porque no invita a ello. Lo lleva una familia, cuyo marido, borrachuso cuando trinca perras, ha heredado el terreno y están haciendo más fales, pero de cemento. Poco a poco va perdiendo el encanto de la zona, debido a estas estructuras. Tiene varias zonas para inmersión, pero estos días ha habido mar de fondo, y la visión no ha sido demasiado clara. A pocos kilómetros de camino dirección este, a través de la costa de lava, se llega hasta el Resort Sa'moana con una preciosa playa de arena coralina, y hacia el oeste a la playa Return to Paradise, famosa por que se rodó la película del mismo nombre, en 1951, con Gary Cooper, pero no tiene nada de especial, porque no se puede nadar por la poca profundidad que tiene.
Mi destino esta vez es el Maninoa Beach Fales, un pequeño complejo de 10 Fales anclados entre dos de los más caros Resorts de la isla, el Coconut Beach y el Salani Surf Resort, donde se paga en US$. Los tres están entre las mejores olas de Samoa. En el Maninoa pagué 90T por un fale abierto, bastante amplio, en la orilla de la playa frente a las olas. Incluye desayuno y cena. Si se trae la tabla de surfing se paga 110T e incluye un traslado gratuito a la ola que se elija. Cuando llegué, por la tarde, con marea baja, rompían olas algo pequeñas pero muy bonitas, frente al Coconut, pero hay que esperar hasta la marea alta para surfear los arrecifes. Un guía australiano que vive aquí alquila tablas (25T) y tiene una lanchita para llevar a los surferos hasta las olas, previo pago de los servicios. Ya había hablado con él para la mañana siguiente coger olas, pero la fuerza del mar bajó y ya no se podía surfear. Junto a mí se quedaba una pareja de bugueros australianos, y en los otros Resorts otros 4 surferos que también se movían en motora. Amaneció sin olas todos los días que ahí me quedé, tres días que aproveché para hacer unas rutas dentro del Parque Nacional O Le Pupu-Pue, pero me fue imposible llegar hasta la cueva Pe'ape'a, formada por un largo tubo de lava volcánica, ya que el camino hacía tiempo que no se limpiaba y lo espeso de la vegetación hizo imposible el paso sin machete. Por lo que volví hacia atrás y continué el camino que llega hasta la costa, cargadísima de vegetación y flora autóctona que crece entre el flujo de lava que atraviesa toda esta zona, a través del bosque de árboles hasta los acantilados de la costa de O Le Pupu, donde rompen las olas dramáticamente cuando hay bastante fuerza de mar.
La siguiente visita fue a Matareva Beach Fales, a 15km dirección suroeste. Otro grupo de fales en una pequeña bahía con 2 playitas de arena blanca, preciosos bancos coralinos y rocas negras volcánicas, donde los habitantes del pueblo han construido fales abiertos para que los visitantes pasen el día de playa bañándose, comiendo o durmiendo en él. El precio de la habitación es de 35T, ó 70T con dos comidas ( desayuno y cena), muy cutres. Los fales son de madera, cerrados, pero con muchas ventanas de tiras de cristales movibles para que haya más circulación de aire en el interior, con mosquitero sobre la enorme cama. No hace calor, pero no están bien cuidados. No se queda nadie, porque no invita a ello. Lo lleva una familia, cuyo marido, borrachuso cuando trinca perras, ha heredado el terreno y están haciendo más fales, pero de cemento. Poco a poco va perdiendo el encanto de la zona, debido a estas estructuras. Tiene varias zonas para inmersión, pero estos días ha habido mar de fondo, y la visión no ha sido demasiado clara. A pocos kilómetros de camino dirección este, a través de la costa de lava, se llega hasta el Resort Sa'moana con una preciosa playa de arena coralina, y hacia el oeste a la playa Return to Paradise, famosa por que se rodó la película del mismo nombre, en 1951, con Gary Cooper, pero no tiene nada de especial, porque no se puede nadar por la poca profundidad que tiene.
1 de marzo de 2008
Hacia las playas del sur
1/1- He pasado una semana en Lalomanu, en los Fales de Taufua Beach, al sureste de Upolu. Se compone de unos 15 fales cerrados junto a un gran fale-restaurante-sala de estar, y otros tantos abiertos en la misma orilla de la playa de blanca arena coralina, y rodeados de cocoteros . Los dos primeros dias me quedé en uno de los abiertos. Esto es, sin paredes, pero con unas esterillas enrolladas de fibras plásticas que se pueden bajar si llueve, hace viento o si se quiere algo más de intimidad; rectangular con techo de hojas de palma a cuatro aguas, que no es nada cómodo, aunque la brisa que entra refresca mucho, pero el calor que refleja la arena, a medio día lo hace bastante caluroso. Por tal motivo me cambié al segundo día al cerrado, que está junto al restaurante, donde se desayuna y cena por 70T ( incluído el Fale).
La comida ha sido excelente. Café, te o chocolate en cualquier momento del día. Esa misma noche hubo baile tradicional, y el domingo, como es costumbre aquí, fuimos invitados a almorzar gratis todos los que nos quedamos en el Resort, que éramos unos 20.
Desde la estación de bus del Flea Marquet, las guaguas trasladan a los pasajeros a distintos puntos de la isla . Supuestamente, el sábado, a las 10:30 tenía que haber partido la que cogí, para dirigirse a Lalomanu. Pero el conductor estaba de compras por los mercados de los alrededores, mientras un repleto bus esperaba la salida. Si fuera hacía 27º, dentro, superaba los 35º. Con un fuertísimo sol que calentaba aun más el techo de chapa. La gente con cara de resignación, pero sin decir nada. Es costumbre este tipo de situaciones. Es la Fa'a Samoa, o costumbre samoana. Algunos bajaban y cogían otras, que pasaban por sus destinos. No salimos hasta las 13:10. A los 10 minutos de arrancar, la primera parada fue en un supermercado, porque el conductor algo tenía algo más que comprar. Todos bajaron para en 15 minutos almorzar productos del establecimiento. Y es que esta gente no puede estar par de horas sin tener algo en la boca. En hora y media, tras pasar por hermosísimos lugares, con casas tradicionales todas de madera rodeadas de exuberante vegetación y enormes iglesias de todo tipo de formas, llegamos a la playa de Taufua. Y es que cada poblado, al menos, tiene dos o tres iglesias. No importa que solo hayan 10 o 15 viviendas. Todos mantienen sus iglesias, y sus pastores, que normalmente viven al lado, en mansiones con aire acondicionado, suelen estar casados y tienen hijos. Y también mantienen su comunidad. Cada Aiga ( familia) tiene un Matai ( jefe de mayor edad), que a su vez es apoyado por uno o varios matais más jóvenes, elegidos por él. Hoy en dia puede ser hombre o mujer, pero sigue siendo más del 90% hombres. Los Matais se reúnen en el Fono ( Consejo de gobierno) que es un enorme fale en medio del poblado, para decidir acciones a tomar en los casos polémicos, reparto de ayudas a los necesitados, hacer caminos, y obligar a todos a pagar su contribución con penas de hasta expulsión o quemar sus pertenencias, si no lo hace de acuerdo a lo estipulado. Por otro lado, cada pastor obliga también al pago correspondiente por pertenecer a su comunidad cristiana, bajo las mismas penas. Muchas familias se enorgullecen al oír durante el sermón las astronómicas cifras aportadas a la iglesia. Y existe un tipo de competición entre ciertas familias. Pero muchas veces ese dinero es procedente de los familiares que trabajan en el extranjero y envían para el mantenimiento de sus familias. Hay muchos samoanos que ya no van a misa. Sobre todo los jóvenes. Y las escandalosas historias que cuentan será para escribirlas en un artículo final, y que estoy elaborando con la ayuda de muchos de ellos.
He caminado toda la bahía de Fagaloa, dentro del Area de Conservacion de Uafato, donde bellísimos poblados se asientan a orillas del océano, al noroeste de la isla, y donde la vida tradicional samoana se desarrolla aún con más calma. Gente que tienen sus pequeños cultivos para autoabastecerse, y viven en fales completamente vacíos. Una alfombrilla para dormir, un mosquitero y apenas nada más. No tienen propiedades porque aquí todo se comparte también. Fales de madera sobre un montículo de piedras para nivelar el terreno, donde reposan todo el dia, sobre las alfombrillas de hojas de pandano. Algunos mayores tienen Fales Oloa ( tienditas), aunque abiertos, y desatendidos, porque suelen estar durmiendo en el otro lado de la casa, la mayoría del tiempo ( aquí nadie roba). Y es que a cualquier hora, excepto de 7 a 9, es común ver a todos recostados en sus fales, hasta las 5 o 6 de la tarde. También hay viviendas cerradas, de cemento, pero son muy pocas. La del pastor, una de ellas. Y destaca, en esta zona supuestamente tradicional y de "conservación", las enormes iglesias, de hasta 20mt de altura, pues aquí también los pueblos compiten por quien tiene la iglesia más voluptuosa e impresionante.
La comida ha sido excelente. Café, te o chocolate en cualquier momento del día. Esa misma noche hubo baile tradicional, y el domingo, como es costumbre aquí, fuimos invitados a almorzar gratis todos los que nos quedamos en el Resort, que éramos unos 20.
Desde la estación de bus del Flea Marquet, las guaguas trasladan a los pasajeros a distintos puntos de la isla . Supuestamente, el sábado, a las 10:30 tenía que haber partido la que cogí, para dirigirse a Lalomanu. Pero el conductor estaba de compras por los mercados de los alrededores, mientras un repleto bus esperaba la salida. Si fuera hacía 27º, dentro, superaba los 35º. Con un fuertísimo sol que calentaba aun más el techo de chapa. La gente con cara de resignación, pero sin decir nada. Es costumbre este tipo de situaciones. Es la Fa'a Samoa, o costumbre samoana. Algunos bajaban y cogían otras, que pasaban por sus destinos. No salimos hasta las 13:10. A los 10 minutos de arrancar, la primera parada fue en un supermercado, porque el conductor algo tenía algo más que comprar. Todos bajaron para en 15 minutos almorzar productos del establecimiento. Y es que esta gente no puede estar par de horas sin tener algo en la boca. En hora y media, tras pasar por hermosísimos lugares, con casas tradicionales todas de madera rodeadas de exuberante vegetación y enormes iglesias de todo tipo de formas, llegamos a la playa de Taufua. Y es que cada poblado, al menos, tiene dos o tres iglesias. No importa que solo hayan 10 o 15 viviendas. Todos mantienen sus iglesias, y sus pastores, que normalmente viven al lado, en mansiones con aire acondicionado, suelen estar casados y tienen hijos. Y también mantienen su comunidad. Cada Aiga ( familia) tiene un Matai ( jefe de mayor edad), que a su vez es apoyado por uno o varios matais más jóvenes, elegidos por él. Hoy en dia puede ser hombre o mujer, pero sigue siendo más del 90% hombres. Los Matais se reúnen en el Fono ( Consejo de gobierno) que es un enorme fale en medio del poblado, para decidir acciones a tomar en los casos polémicos, reparto de ayudas a los necesitados, hacer caminos, y obligar a todos a pagar su contribución con penas de hasta expulsión o quemar sus pertenencias, si no lo hace de acuerdo a lo estipulado. Por otro lado, cada pastor obliga también al pago correspondiente por pertenecer a su comunidad cristiana, bajo las mismas penas. Muchas familias se enorgullecen al oír durante el sermón las astronómicas cifras aportadas a la iglesia. Y existe un tipo de competición entre ciertas familias. Pero muchas veces ese dinero es procedente de los familiares que trabajan en el extranjero y envían para el mantenimiento de sus familias. Hay muchos samoanos que ya no van a misa. Sobre todo los jóvenes. Y las escandalosas historias que cuentan será para escribirlas en un artículo final, y que estoy elaborando con la ayuda de muchos de ellos.
He caminado toda la bahía de Fagaloa, dentro del Area de Conservacion de Uafato, donde bellísimos poblados se asientan a orillas del océano, al noroeste de la isla, y donde la vida tradicional samoana se desarrolla aún con más calma. Gente que tienen sus pequeños cultivos para autoabastecerse, y viven en fales completamente vacíos. Una alfombrilla para dormir, un mosquitero y apenas nada más. No tienen propiedades porque aquí todo se comparte también. Fales de madera sobre un montículo de piedras para nivelar el terreno, donde reposan todo el dia, sobre las alfombrillas de hojas de pandano. Algunos mayores tienen Fales Oloa ( tienditas), aunque abiertos, y desatendidos, porque suelen estar durmiendo en el otro lado de la casa, la mayoría del tiempo ( aquí nadie roba). Y es que a cualquier hora, excepto de 7 a 9, es común ver a todos recostados en sus fales, hasta las 5 o 6 de la tarde. También hay viviendas cerradas, de cemento, pero son muy pocas. La del pastor, una de ellas. Y destaca, en esta zona supuestamente tradicional y de "conservación", las enormes iglesias, de hasta 20mt de altura, pues aquí también los pueblos compiten por quien tiene la iglesia más voluptuosa e impresionante.
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