9 de febrero de 2008

En una isla casi desierta

2/2 - El sábado, una pequeña embarcación local me lleva al Resort Capitan Cook, situado en la cara oeste de la pequeña isla Uoleva, a 30 minutos de Pangai, con un mar bastante tranquilo y una fuerte lluvia que caía. Ahí vive Soni y su mujer María, un matrimonio que lleva el negocio, subsisten de lo que tienen plantado, y ganan atendiendo a los pocos turistas que vienen aquí a quedarse algunos días, disfrutando de sus solitarias playas. Se compone de 5 cabañas de madera, con 2 camas y mosquiteros. No hay electricidad. Usamos lámparas de keroseno al anochecer. El agua que se consume es la recogida de la lluvia. Hay un comedor-cocina que se puede usar para hacer las comidas, si se quiere, por cinco pa'angas. Cuesta 25$ pa'anga la cama, y las comidas entre 7 y 15$. Está situado a pocos metros de una enorme línea de playa, de casi 1km, entre gran cantidad de pinos marinos, cocoteros y mucha arboleda, que hacen del lugar un privilegio, a muy buen precio.
El mismo día que llegué aprovechando que estaba nublado, y ya no llovía, di la vuelta a la isla con marea baja, en casi 3 horas. Mogollón de calitas solitarias, playitas de arena blanca y vegetación hasta el mar, palmeras tan tumbadas que casi se pueden coger con las manos, y de un salto, los cocos que de ellas cuelgan. Sólo habitan los cerdos y las vacas que algunos vecinos de la isla Lifuka, aprovechando que con la marea baja se forma un pasadizo de arena y coral, muy de vez en cuando cruzan y controlan. Y también una gran colonia de murciélagos que se alimentan de frutas. En la cara suroeste hay varios arrecifes coralinos a varios metros de profundidad y bastante vida marina. He pasado tres días de relax, con el único ruido de las olas al romper en la orilla, aprovechando para preparar mi próximo viaje a Samoa.
El domingo hicieron un "Umu" para mi, con Tapioca, Fruto del Pan ( una fruta que cuelga del árbol del mismo nombre, y con una textura muy parecida al Taro), Cordero y Carne de rés de lata enrollados en hojas de Taro, con leche de coco y envueltos en papel de aluminio, y Taro rallado mezclado con leche de coco dentro de saquitos hechos de hojas verdes, y también en medias cáscaras de cocos, e introducido como es habitual por los habitantes del Pacífico en un agujero de casi una palma de profundidad por un metro de ancho, donde previamente se han quemado piedras, y mantienen un gran calor. Sóni lo tapó todo con grandes hojas verdes y bolsas de 50Kg, de las de azúcar, vacías, y una capa fina de arena. A la hora ya estaba todo dispuesto para el gran banquete, con un delicioso sabor, olor, y sin productos tóxicos procedente de la quema de maderas, por ejemplo.
A unos 100mt se encuentra el Resort Daiana, con 10 cabañas muy mal cuidadas en un entorno muy sucio y amplio debido a la cantidad de palmeras que han sido taladas para tener más espacio. Ahora lo lleva la hija del propietario junto a su marido, ya que su padre está en prisión por haber disparado con una escopeta a alguien que estaba en sus terrenos supuestamente molestándolo, y presumiblemente mandado por Soni, ya que la competencia entre ellos es feroz. Hasta tal punto, que las familias se llevan "a muerte", y la calidad de los dos lugares a descendido enormemente. No menos ocurre en el Capitán Cook, donde la basura se amontona en diferentes lugares de la parte trasera de la cabaña de la cocina, entre muchos cerdos y gallinas. Y es que el tongano, en general, jamás ha cuidado de su tierra ni de su entorno. Es muy normal ver las "trastiendas" de sus casas llenas de porquerías que los cerdos no se han comido.
De vez en cuando, Soni saca su destartalada escopeta y se va a la caza del cerdo salvaje, que al igual que muchas gallinas salvajes han escapado de sus propietarios y ahora campan libremente por el interior de la isla, que podrá tener unos 4.000m2. La sorpresa la llevé al encontrar a la japonesa que viajó conmigo desde Fiji en el resort Daiana. Llevaba dos semanas viviendo ahí, pintando y se quedaba otra semana más.
De nuevo en Lifuka y quedándome los últimos dos días para coger el barco a Nuku'alofa, alquilé una bicicleta y recorrí toda la isla. Crucé a la isla de Foa, por un camino hecho de piedras, coral y arena, y estuve nadando entre los corales que hay al norte. Esta isla es conocida por sus aguas claras y diversidad de corales y peces de colores. También estuve en un funeral y pude comprobar de que manera lo vive esta gente, pues se gastaron una gran cantidad de dinero en la celebración del duelo, entre comidas para todos los conocidos, que son casi las dos islas de Lifuka y Foa, y de otras islas de los alrededores.
Los funerales tienen un enorme significado cultural en Tonga. Al contrario que en la sociedad occidental, es un hecho aceptado y conlleva un alto penoso y ritualizado proceso. Algunas mujeres llegan a cortarse el pelo, y los hombres dejan crecer la barba. Duran hasta dos semanas, y requieren una elaborada preparación. Durante varias semanas los más allegados al difunto han de vestir de riguroso negro, y estar enrollados en un gran Tapa. Y el más inmediato miembro de la familia vestirlo de los a pies a casi tapar la boca. Es un suplicio verlos pasar calor allá donde van, ya sea al mercado, a misa o de visita, pues siempre lo han de llevar como respeto al difunto. Luego en casa se lo quitan... Largas colas de gente se amontona en la puerta de la casa con sus respectivos regalos, ya sea Tapa (Ngatu), Alfombras (Fala), Colchas para adornar las tumbas en el cementerio, o algunos alimentos, para la familia, por lo que se les otorga el derecho de poder besar al fallecido. Mayores y menores lo hacen de una forma muy natural, como saludo de despedida. La familia llega a gastar miles de dólares pa'anga en servicios de comidas, regalos e incluso en la grabación del sepelio para los familiares que se encuentran fuera del país.
Los cementerios, al borde muchas veces de la carretera, suele ser un solar de la familia, y contienen trabajos de una extrema creatividad y dedicación inimaginable. Colchas multicolores, adornos con botellas, flores de plástico, fotos del difunto o pinturas de Jesucristo. Una alegre manera de recordarlo. Y que los demás también lo vean.
9/2 - La vuelta a Tongatapu, el jueves, no fue nada buena. De nuevo el rumbriento barco Pulupaki. Casi 11h de interminable balanceo debido a las enormes olas producidas por la tormenta que entró, vaya, que casualidad, ese mismo día. Si me quejaba la otra vez porque los paisanos se cogen los sillones para dormir, esta vez la suerte me acompañó. La señora que estaba con su hijo junto a mí no aguantó tanto movimiento y fueron a tumbarse en sus alfombras. Biieenn para mí. Todos los sillones me sirvieron de perfecta cama anti-vómito!!
Y de nuevo en Nuku'alofa. Pasaré el fin de semana aquí para el martes volver a salir en barco, si el tiempo lo permite, hacia la isla Eua, la más montañosa, y hacer varias rutas.
Ayer visité la zona surfera de Ha'atafu, pero el viento que hay no permite que las olas rompan en buenas condiciones. Mientras caminaba hacia otra de las playas, sorprendentemente, me encontré con mis amigos italianos que iban en coche alquilado y se están quedando varios días en la capital para luego marchar a Australia. Y es que éste país es tan pequeño, y somos tan pocos los guiris que viajamos por aquí...