15 de febrero de 2008

De Campo y Playa

13/2 - El martes 12 tenía programado un salto en ferry a Eua, una isla al sur-este de Tongatapu, y nuevamente surge ese inconveniente, de nula fiabilidad en todo tipo de transporte, en Tonga: se anula la salida.
Hay dos ferries que unen Eua y Nuku'alofa, en dos horas, y la mayoría de las veces casi a la misma hora. Pero ese dia ninguno salió. Perdido un dia programado en la isla, por lo tanto, el miércoles, viajé con Lili, la hermana de Michelle, la propietaria de Misa's Guest house, donde me estoy quedando últimamente, ya que se unió a mi aventura. Aunque ella no es una "trepadora de montaña", aprovechó que estaba de vacaciones, pues está viviendo con sus padres y trabajando en Sidney, y se vino unas semanas, y por segunda vez, a su país de origen, para venirse a caminar durante un dia los montes de esta preciosa isla.
El hospedaje en Eua consiste en unos pocos hostales llevados por familias. Para los que les gusta "treckear", es uno de los mejores lugares del pacífico, con bosques donde los pájaros y la flora tropical abunda por toda la montaña. Con un pequeño Parque Nacional, acantilados de hasta 300mt sobre el mar, cuevas y caídas de agua con piscinas naturales.
A nuestra llegada, a Ohonua, la capital, nos tenía que recoger del muelle Susan, la propietaria del hostal del mismo nombre, pero nuevamente la inconstancia tongana, nos hace esperarla algo más de media hora, sin aparecer. Dos dias antes había reservado una habitación en su casa, y ella se comprometió a recogerme, como es costumbre, y llevarme a Futu, el pueblo donde se encuentra situado su hospedaje. El dueño del Highligth G.H., con el que coincidimos en el mismo ferry se ofreció llevarnos a su hostal con el 4x4 "que había venido a recogerlo". Ya de paso, y ante la falta de consideración por parte de Susan, decidimos quedarnos con él, en agradecimiento.
Allí se estaba quedando en una de las cuatro habitaciones una tongana desde hacía varios dias, pero la casa estaba tan sucia, desordenada, y alejada del mercadillo y de los Fale Koloa ( tienditas de víveres), que no tuvimos mas remedio que decirle que lo sentíamos, pero que en esa situación no nos quedábamos. Lo comprendió y amablemente se ofreció llevarnos al Susan G.H., y en el trayecto nos cruzamos con ella. Se había despistado. Es decir, de nuevo el "Tongan Time".
Aunque la casa de Susan dispone de ocho habitaciones, una gran sala de estar, un patio con vista al jardín, la limpieza tampoco es corriente en este lugar. La tiene muy mal cuidada. Cantidad de cucarachas pasean alegremente por el pasillo y duchas. De acuerdo, que la casa está rodeada de un amplio jardín, pero ella no mira por sus huéspedes. Son animalitos muy comunes en la vida de los tonganos, y están ahí por la poca limpieza. La cocina da pena, completamente deteriorada, con platos sucios del día anterior, una nevera que no cierra, y suele tener "visitas" de vez en cuando, pero todo esto a ella no le importa. Como a la mayoría de los tonganos.
Esa misma tarde, con un fuerte solajero, Lili y yo bajamos caminando hasta el muelle haciendo un reconocimiento de los pueblitos de los alrededores, mercados y tienditas de víveres, mientras tomábamos algunas fotos simpáticas. A la vuelta, unos nativos con una ranchera nos invitaron a subir atrás y llevarnos de vuelta: amabilidad tongana. Nos ahorramos 2km, ...más energía para el gran pateo por el interior de la isla, a la mañana siguiente.
Todos los dias, a las 8:30 pasa un minibus que recorre la única carretera de norte a sur, y que llega hasta Houma, con los niños del colegio. Pero lo perdimos.
Desde allí teníamos planeado empezar el pateo por un empedrado camino hacia las ruinas del Palacio de Anokula. Y gracias nuevamente a la amabilidad local, cuando caminábamos desde el hostal, otra ranchera que llevaba trabajadores de campo hacia el punto más al norte de la isla, nos alcanzó hasta donde ellos creían que era aquel palacio. Pero no fue así. Estábamos en medio de ningún lugar, rodeados de espesa vegetación a un lado y los riscos de la zona oeste al otro. Y ahí empezó la aventura.
Varios intentos fallidos a través de caminos que sólo llevaban a plantaciones de Taro, hasta que finalmente enlazamos con el que creíamos correcto, aunque no sabíamos exactamente en que lugar nos encontrábamos!. Atravesamos varios trechos de bosques, diversas plantaciones de pinos, papayeros, bananeros, altísimos acantilados con unas espectaculares vista sobre el océano, y largos paisajes de extensa flora y fauna. Pudimos ver volar sobre nosotros loros autóctonos verdes y rojos, grupos de Tavakes ( pequeña ave de larga y fina cola), Fragatas y los enormes murciélagos que aquí anidan. Perdimos el camino varias veces, al igual que una cueva que queríamos visitar, casi suspendida entre el risco, y gracias a algunos agricultores de la zona que se encontraban trabajando, pudimos llegar hasta el pequeño Parque Nacional. Luego de atravesar una parte de camino completamente inundada, el barro nos llegaba hasta las rodillas, coincidimos con una pareja de ingleses que venían de otro camino. Juntos descendimos por destrozados caminos como consecuencia de las fuertes lluvias que últimamente ha habido, hasta el punto de encuentro que tenían planificado ser recogidos por un 4x4 del Hideaway G.H.. Nos invitaron a conocerlo. Y aprovechamos. Terminamos con unas Ikales, la cerveza local, y bañándonos en la laguna que hay delante del mismo hasta la caída del sol. De vuelta cogimos unas bandejas "para llevar" de BBQ: Pollo a la barbacoa local, con Taro.
Al día siguiente Lili tuvo que coger un pequeño avión de vuelta porque nuevamente volvieron a fallar los dos barcos que conectan las islas. Yo aproveché para conocer un poco más los alrededores.

16/2 - La vuelta en barco, esta vez no me fallaron, fue más rápido que la ida. Una hora y media con viento de popa y muy poco oleaje. Tras llegar a Nuku' un ligero desayuno en el mercado de Talamahu, llamada telefónica al Ha'atafu Beach Resort para preguntar por disponibilidad de alguna cabaña, pero estaban ocupadas por un grupo de australianos de vacaciones, y otra llamada al Otuhaka Beach Resort que me confirmaron la disponibilidad.
Bus, pues, desde la estación hasta la playa de Ha'atafu, donde se encuentran varios Resorts con cabañas frente a las mejores olas de Tonga. No es un lugar de olas constantes, y pueden pasar muchas semanas sin entrar olas, a la espera de que suba la fuerza del mar.
Otuhaka cuesta ahora 75$ pa'anga, la noche. Me cobraron 60$, porque el mes pasado los había visitado y me dijeron este precio. Se compone de 5 cabañas de madera con cama doble y mosquitero, baños y duchas en el exterior, a compartir, ocho bungalows, un gran Fale abierto con mesas para comer en medio del gran jardín ( donde se puede pedir a la carta), unos sillones para descansar, mesa de billar, de pingpong, una red de volley, pequeños troncos de cocoteros para sentarse y sillas-hamacas de madera bajo los pinos de mar en la orilla de la playa.
Por la noche, la suave iluminación del comedor, la música de fondo y el sonido de las pequeñas olas rompiendo en la orilla hacen del lugar un lujazo a buen precio. Una línea de playa con unos 2km de arena de coral, pinos y cocoteros que llegan al mar, donde se juntan con la barra coralina que llega hasta los 100mt mar adentro. Y ahí rompen las olas. Muchas. Picos con brazos de hasta 30 ó 40mt, izquierdas, derechas, y picos que sólo rompen para ser bajados en el aire. Apenas 15 turistas, 4 dias de sol y olas que llegaron hasta metro y medio, el día más grande. A veces con buen viento. Pero solo 3 surferos, y nadie tenía tabla para prestar o alquilar, sólo un bodyboard mach 7-7 , de los de aquellos años atrás, todo destrozado y otro infantil de goma que tenía el resort para niños, que no tuve mas remedio que alquilar. Y he de admitir que no se pasa tan mal.
La inconstancia de las olas hace que Tonga no sea un lugar de principal destino. Tan sólo americanos con destino a N.Z. o lo contrario, neozelandeses destino America, aprovechando que Air New Zealand hace escalas en Tonga y Samoa cada semana, aprovechan si coincide con fuerza de mar para surfear esta zona, que aunque las olas no son de calidad internacional, si las condiciones de viento y fuerza se dan, rompen buenas olas.
Cuando baja la marea apenas se puede nadar, por la poca profundidad que queda en la laguna. Aguas transparentes y corales, con algunas zonas muertas, y otras de muchos colores. Al final de la playa se encuentra una zona protegida con una pequeña laguna y gran vida marina.
Y hasta aquí mi viaje por el Archipielago de Tonga.
Mi próximo destino... SAMOA