Un trayecto de 6 horas que fue bastante tranquilo, a excepción de la música que de vez en cuando un sordeta capitán ponía a un volumen atronador y no dejaba a nadie dormir. Lo peor fue cuando lo volvió a hacer a la 1 de la madrugada, cuando todos dormían como podían. La gente se giraba a otro lado de sus asientos o del suelo, pero nadie se quejaba. Bueno, sí, un señor hindú sentado delante de mi, que conocí en su tiendita de comida al curry para llevar junto al mercado de Neiafu, y que se dirigía a Nuku'alofa a visitar a su familia junto a su mujer. Me miraba y encogía hombros. Entendí su mensaje. Es otra de las "Tongan Rules". Gracias que solo fueron dos canciones. Y el silencio volvió de nuevo. A las 2 ya se empezaban a ver las luces de Lifuka. 45 minutos más tarde atracábamos en el puerto de Pangai, la capital. Algunos pasajeros esperaban en el pequeño muelle para subir con destino la gran capital.
Recorriendo a oscuras las pocas calles de este pueblo llegué hasta
Ha'apai ha sido siempre el tipo de paraíso que atrae a mochileros buscando su belleza natural. Un lugar con muy poca actividad, salvo en verano con el paso de las ballenas, siendo un perfecto lugar para observarlas, al igual que el grupo de islas de Vava'u, pero donde se aprende mucho sobre el estilo local de vida. Las casas están separadas entre ellas por extensos jardines muy mal cuidados donde los cerdos campan a sus anchas. Aquí también todos tienen sus cochinos, que son muy bien atendidos y mimados. No los venden en los mercados, sino en sus propias casas. Y son bastante caros, para la mierda que comen. La parte
En el mercado, que está junto al muelle, no hay nada. Nada de nada. Apenas tres puestitos que venden Hojas de Taro (Lu), Tapioca, algunas Zanahorias y algo de ropa. El sábado es el día de más movimiento, pero no más de 50 personas deambulando por los alrededores en rancheras. Se bajan y no compran nada. Aunque hoy hay algo más de Taro y Tapioca. Y también han desplegado telas sobre el suelo donde ropa de segunda mano y nueva es puesta a la venta. El mercado es el centro de reunión. Mientras, en frente, entre los árboles del mal cuidado parque, un grupo de alguna congregacion religiosa canta, a través de altavoces, con música de guitarra y amplificador. Una engalanada señora da la charla acerca de la biblia. Los espectadores, escuchan atentamente desde el mercado. A un lado un puesto, el único, que hace comida para llevar. Por cierto, la peor que he comido en lo que llevo de viaje por el Pacifico sur. Taro sancochado, pollo o cordero
Ha estado lloviendo todos los días, por lo que no he podido montar en bici, recorrer la isla y visitar sus paradisíacas playas, así que tendré que probar suerte en la isla Uoleva, donde me recomiendan quedar varios días. Sólo hay dos pequeños Resort donde quedar. Tiene una zona de corales bastante interesante y playas solitarias para perderse entre ellas. La Oficina del Visitante ayuda a encontrar alojamiento mediante una llamada con la emisora de radio.