24/1 - Había planeado estar una semana solamente, pero el hacer muy buenos amigos en esta isla, los paseos por diferentes pueblos, y las varias salidas en barcos a visitar otras islitas de los alrededores, me ha hecho quedar una semana más.
El pasado martes fui con Lina, que trabaja en el Backpackers, a visitar a una pareja de vascos que viven en Tapana, una isla desierta algo más al sur. Desde la playa de Ano, frente a la isla, donde coincidimos con una pareja de italianos, Raffaello y Cosetta, que andaban algo perdidos por la zona, y que les pareció buena la idea el dar un saltito a Tapana, Eduardo, el propietario del complejo, nos llevó en su pequeña fuera-borda hasta su casa, donde vive con su mujer Maria. Tienen tres cabañas que alquilan, y un restaurante, "La Paella" , muy conocido en la zona por tener las mejores paellas del pacifico...(!), y los tablaos flamencos que se montan de vez en cuando para animar a los visitantes que se lo piden. Desde el balcon del salón-comedor tienen unas magníficas vistas de la zona sur de Vavau y varias islitas que la rodean. Solo viven ellos, y se puede recorrer con marea baja en media hora. Tienen varias cabras, gallinas y un perro, y cultivan en el interior todo tipo de verduras. Llevan más de 15 años y no echan de menos la ciudad. Anteriormente se dedicaban a viajar por el mundo en su velero, y en uno de sus trayectos conocieron al incombustible Gilberto (Wily, Alí...), el "extravertido".
El miércoles, los italianos me invitaron a compartir con ellos la embarcación que habían alquilado para recorrer varias islas al suroeste de Vavau. A las 9 de la mañana, y en un soleadísimo día, Soki, un marinero de 57 años, que empezó hace 40, con su barca-taxi, más tarde llevando a turista locales, y ahora a los palangis, nos recogía en el muelle para trasladarnos primeramente al Jardin Japonés, una gran baja de arena con varios arrecifes de coral y con abundante vida marina, entre la isla Mala, famosa por su pequeño y único resort de asequible precio, con una playita de blanca arena, y la isla de Kapa para hacer nuestra primera inmersión con gafas y tubo. No me sorprendió mucho. Mas tarde, al veril de la isla A'a, con una profundidad de más de 30mt y azul profundo. Antes de lanzarme pregunté a Soki si en esta zona había tiburones. La respuesta fue tajante: NO. Intentando probar mi capacidad pulmonar y aguante, y habiendo descendido unos 6mt, tuve mi primer sorprendente encuentro: un tiburón gris de algo más de metro y medio, de aleta moteada blanca apareció entre del coral del veril frente a mí. Creo que él se asustó más que yo. Rápidamente llamé a los italianos que estaban cerca para que lo vieran allá abajo. Era uno solo, y muy joven. Cosetta no resistió. Asustada pedía que llamara a la embarcación para salir de ahí. Un buen rato estuvimos, Raffaello y yo, observando los lentos movimientos del pequeño escualo hasta que se perdió en el gran azul. De vuelta al barco la única conversación fué la imagen del tiburón tan cerca de nosotros, mientras nos movíamos entre la multitud de islitas que hay en esta zona, hasta que llegamos a Nuku, otra de no más de 200mt de diámetro, en la que vive una anciana en una cabaña de madera. Tiene en su extremo una punta de arena coralina muy blanca y está bordeada por altísimos cocoteros, un interior muy poblado de vegetación, y una zona para inmersión entre el coral bastante bonita. Como los niños están de vacaciones, no estaba sola. Junto a su hija, dos nietas y cuatro bisnietos, se encontraba en esos momentos tejiendo un Tapa. Mi curiosidad me hizo entrar y hablar con la familia. Me contaba su hija que los palangis no accedían a su terreno, sino que desde lejos un malo e lelei o bye bye era la única señal que hacían. Su marido se encontraba en la isla de enfrente haciendo unas gestiones, y su embarcación se veía allá varada. La comida estaba casi hecha y me ofrecieron almorzar, pero no era cuestión de abusar de su hospitalidad. Acepte los dos cocos jóvenes que la nieta me bajó de la palmera para compartir su riquísimo líquido y tierna carne con mis compañeros de viaje.
Mientras los italianos "margullaban" la zona, varias horas de sol en el techo de la cubierta de la embarcación me relajaba, escuchando en mi mp3 música de Jose A. Ramos. Terminamos nuestra aventura con el barco dentro de una de las Cuevas Swallows de la isla Falevai, de basalto puro, y la última inmersión en la zona, saliendo de la cueva y bordeando el veril, que podría tener una profundidad de algo más de 40mt. Y la segunda sorpresa del día, la extraordinaria imagen, para no olvidar, que me regaló una tortuga que nadaba lentamente, y en la que se reflejaban los rayos del sol, envuelta de un azul profundo.
27/1 - Otro domingo en Neiafu. Y hoy toca visita a la isla de Ofu, o también Kolo Fala Hola, donde vive la familia de Lina. Fuimos invitados los italianos, Nick (un británico que lleva varios dias durmiendo en mi habitación), Mita, su mejor amiga (una señora hindú casada con un fijiano, y que también ha sufrido las iras de algunos nativos por tener negocios en Tonga), y yo.
El pasado año Nuku'alofa ardió por muchos lugares. Casi 40 tiendas y almacenes fueron pasto de las llamas como consecuencia de las manifestaciones en contra del gobierno, el nuevo rey y los extranjeros con comercios en el país. Con una población de casi 150.000 habitantes, otros 125.000 trabajan en el extranjero, principalmente en Australia y Nueva Zelanda. Entonces, de que se quejan estos individuos? Además, sus formas de vivir en los paises desarrollados deja mucho que desear, según palabras de los australianos! Y lo viví mientras me hospedaba en Nuku'alofa, en el Misa G.H., con una familia tongana que vino de vacaciones desde Nueva Zelanda, donde todos están trabajando y los niños estudiando. Pero esto será otro artículo que escribiré más adelante.
Volviendo al santo domingo, el primo de Lina nos recogió en el antiguo muelle de Neiafu, que aunque no es en sí un muelle, se sube a las embarcaciones a través de una pasarela de madera o desde la embarrada orilla, en su pequeña embarcación local de madera de 5mt, techada, con un viejo motor fuera borda de 15hp. En 30 minutos, con una ligera lluvia y calma chicha, llegamos a la isla.
Habitan unos 250 nativos, entre 20 familias. Hay tres iglesias instaladas: la Cristiana, la Tongana libre y la de Jesucristo de los últimos dias ( mormona). Entre todas ellas se reparten a los felices feligreses. El padre de Lina heredó la casa donde suelen ir los fines de semanas, y en vacaciones, y donde hoy hemos sido invitados a almorzar.
A las 10 en punto el segundo toque de campana avisaba que iba a comenzar la misa. Menos el inglés que está hasta los mismo cojones de tantas absurdas religiones, todos asistimos. Bueno, yo a comparar la calidad acústica y de coros, y como siempre a ser muy crítico con lo que veo... Tampoco fue para tanto. Ésta tampoco se llenó, pues éramos no más de 40. Mientras algunos dormían durante el sonoro y agresivo sermón, otro leía el periódico, y otros iban entrando mucho más tarde. A las 10:28 entró el último. Ya éramos casi 60. Solo duró una hora.
El pueblo no mide más de 300mt, y todas las casas están situadas tras el camino de arena junto a lo que podría llamarse playa, con cocoteros que llegan al mar, y las iglesias en el centro. El día anterior se había celebrado el entierro de una vecina de 65 años, y hoy todo el poblado vestía riguroso negro, con faldón o Ta'ovala.
A las 12 almorzamos en la casa, Taro, Fruto del Pan, Pescado en leche de coco, Pele y Lu, Hojas de Taro con leche de coco en su interior hecho en un Umu ( un agujero en la tierra de una cuarta de profundidad por 1mt de ancho donde se introducen piedras, se les prende fuego, para más tarde quitar los rescoldos e introducir también el alimento a calentar, y se tapa con grandes hojas verdes, o de plataneras, y tierra, durante 1 o 2 horas, para luego ser retirado y extraído ya cocinados), Pollo con curry, Ensalada y Papaya.
Tras la copiosa comida paseamos por el poblado. Los hombres estaban reunidos en una sesión de Kava, y las mujeres en una de las casas donde se estaba preparando la comida comunal por tercer día consecutivo, en recuerdo de la fallecida. Es costumbre general hacer duelo durante casi dos semanas, corriendo todos los gastos por parte de la familia del difunto. Casi siempre es parte, o el total, del dinero que mandan los hijos currantes que están fuera de Tonga. Para tal evento había instalada una enorme carpa con una larga mesa y sillas donde todos se reúnen para comer. Muy común en estos actos. La casa de la fallecida estaba adornada con guirnaldas de tela y banderines de colores.
Mas tarde atravesamos la isla en varias direcciones para visitar sus tres playas de blanca arena. Pero nuevamente la lluvia volvió a estropear la excursión. Varios furiosos chaparrones nos hicieron protegernos en la casa. La vuelta antes de tiempo a Neiafu, bajo la intensa lluvia, nos hizo quedar definitivamente en el hostal correspondiente. La pareja de italianos se quedan en el mejor hotel de Vava'u, el Paradise International Hotel, que cuesta 220n.z.$(120€) la noche, con desayuno de café o té, tostadas, mantequilla y mermelada incluido, y que esa mañana apenas pudieron comer porque a las 7:30 los camareros estaban muy cansados, charlando tranquilamente. Tampoco se caracteriza por buenos almuerzos o cena. Sólo tienen pescado frito con papas, y pizzas. Y yo por 20$ pa'anga (que ya me han descontado 5$ por noche por larga estancia!), con cocina comunal, pero que por 4$ o 6$ salgo aquí al lado a traerme la comida de los puestitos de la calle. Ya, lo único que me queda por hacer es esperar hasta el miércoles que vuelve el barco a Nuku'alofa, y hace una parada en Lifuka, la isla principal del grupo de las Ha'apai, donde bajaré para quedarme una semana.