He de confesar que este viaje por las Fiji no ha sido lo que esperaba, o realmente buscaba. Este es un pueblo, ya, con muy poca identidad. Si Hawaii perdió sus orígenes por la enorme oleada de americanos invasores, las Fiji no ha sido menos. Los predicadores llegados desde 1830 fueron haciendo desaparecer toda vinculación de los indígenas con sus antiguas tradiciones. Ni siquiera los bailes originales ha quedado. Ni la ropa tradicional. En muy contadas excepciones usan lo que creen parecido. Y por lo que he podido observar, sobre todo en el Bula Festival, o en la celebración de la Navidad, o no las usan o, si lo hacen, no están muy a gusto con ellas puestas. Y es que realmente parece que no lo viven. La gente joven pasan mucho de las tradiciones, y los mayores tampoco se ven muy interesados en expandirlas. No hay escuelas de bailes. De comidas, ni imaginar se puede la cantidad de porquerias fritas que se meten en el cuerpo. Y tanto presionar al chino o al hindú y se puede ver los restaurantes de éstos llenos de fijianos. Los restaurantes locales de comidas rápidas se caracterizan, la mayoria, por las papas fritas y salchichas. Hasta los chinos lo tienen en su menú.
Ya sólo queda el ritual de la Yaqona, o Kava, que se compone de un Tanoa o bowl de madera para verter el kava, varios Bilos o medias cascaras de coco pulidas como recipiente, la Yaqona, o Grog que es el polvo de raiz de una planta de la pimienta, que se consigue al ser machacada en un recipiente de metal, muy peculiar en el pacifico. Todos sentados sobre el Tapa, Malo o Masi, una alfombra de tiras entrecruzadas sacadas de las hojas secas del pandano (aunque las mujeres siempre han quedado fuera del ritual, hoy en dia ya se sientan juntos, pero detrás de los hombres), con las piernas cruzadas, alrededor del Tanoa donde se ha vertido, según los intervinientes la cantidad adecuada de yaqona, y agua, se consigue un canelo ungüento, de peculiar olor. Con un manojo de Mangi mangi o fibras de alguna planta particular, como la del coco, se consigue una especie de colador donde queda atrapado todo resto que no ha sido bien triturado. Otros optan por ponerla en una tela, como el pañuelo musulmán, y estrujarlo dentro del agua, procedimiento mucho más rápido y sencillo. El que está sentado a la izquierda, da la señal cuando cree que la infusión es la correcta. Removiendo el líquido elemento, se procede a recogerlo con un bilo por el sirviente, depositándolo en el bilo del receptor. Cuando se trata de un invitado especial, éste beberá primero, siendo segundo el más viejo o mayor cargo religioso o politico del pueblo, y así sucesivamente hasta completar toda la ronda. Mediante la palabra BULA! , se agradece la toma, mientras todos dan tres palmadas. Tras beberlo de un trago, todos vuelven a dar palmadas, algo mas rápido, y se devuelve el bilo, siguiendo la ronda de la misma manera.
Lo cierto, para mí, es que este ritual es bastante pasteleoso. Es una bebida que ha casi nadie gusta. Es terroso, algo narcotico que deja la punta de la lengua algo dormida y nada placentero, como podría ser una copa de buen vino. Mas o menos, cada 10 minutos, tras una charla, algunos optan por fumar, otros por pizquear, se vuelve a repetir. Alguien suele decir... Taki? ( otra rondita?). Puede durar horas... El fijiano es muy bebedor. Cualquier lugar, cualquier momento es bueno, y siempre tiene algo que celebrar. La raiz de la Yaqona es un sagrado regalo (sevusevu) para el Turaga-ni-koro (jefe de cualquier poblado en Fiji), y por el que siempre se consigue su autorización para entrar en el poblado. Incluso hasta para poder surfear olas en el arrecife frente al poblado, o subir una montaña que se encuentre dentro de su comarca. Tras una pequeña ceremonia de bienvenida con el regalo, se suele contar (Talanoa) ...de que pais vienes, como es tu familia, que haces... alrededor del Tanoa. Te acostumbras a contar, y recontar, tu vida infinidad de veces.
Lo mejor de las islas Fiji es la amabilidad y la constante sonrisa de un pueblo muy pobre. Lo peor, las tremendas borracheras que se cogen, muy a menudo, siendo a veces unos tipos muy peligrosos. Los viernes es dia de desenfrenada marcha, hasta las 4 de la mañana, organizándose casi siempre tremendas peleas. Los sábados a las 12 de la noche cierran todos los locales, porque el domingo es muy sagrado y no se puede molestar a nadie con ruidos. La particular manera de beber de esta gente es escalofriante, al menos para los que estamos acostumbrados a beber y charlar humanamente. Al igual que el ritual del kava, un vaso de esos de 250cc, es llenado más de su mitad, y bebido de un trago. El vaso va rondando por el grupo sentado alrededor de la mesa del pub, bar, discoteca o sala de fiesta, pero esta vez las rondas son mucho más rápidas. 40 minutos y numerosas litronas es lo que tardan los grupos con los que he salido en empezar a cogerse tremendas borracheras. Afortunadamente para mí, respetan mi petición de sólo un cuarto de vaso. Soy de los pocos extranjeros que se unen a los locales a fiestear. Otros son componentes de ONG's que están viviendo de momento en Fiji, o aprovechando sus vacaciones para ayudar a los necesitados. Es temporada baja, y apenas hay turismo, por lo que no estoy teniendo problemas para encontrar habitaciones, y a la vez precios mas reducidos por estancias de más de tres días en el mismo lugar.